En este día un estruendoso silencio puebla cada rincón del país. Hoy la verdad se enmudeció, no para irse a dormir en los anales de la historia, más bien para resurgir, más temprano que tarde, con el vigor de un cataclismo de siglo. La mentira se corona en esta fecha. Es el gruñido de los que se saben pocos, de los que beben y se hartan entre el terror y el miedo.
La justicia no puede estar en la boca de aquellos que predican la infamia y la farsa. Son los señalamientos de los sofistas, la arquitectura discursiva que acompaña la mofa del instante que transcurre. En los respiraderos de la legalidad, sobrevive lo veraz, lo que se sabe a gritos, lo que la jauría intenta ocultar.
Hoy no se apaga el brillo de los meses vividos, de la terca esperanza, de un sueño al unísono. Los que gritan al viento las grandes verdades ondean lábaros en sus corazones. No hay ocasos para los que distinguen mañanas de probidad y liberación.
Echaremos a andar, sin héroes ni heroínas, sin mesianismos, de manos unidas: la soberanía usurpada regresará a las manos de millones. La pretensión inquisitorial, tiránica, funesta, será un acontecimiento del pasado, con esa fe el glorioso y bravo pueblo abraza los días por venir. Dios bendiga a Venezuela.
Franklin Piccone