Fin de ciclo. María Corina Machado busca un nuevo comienzo para luchar contra el régimen revolucionario, que impuso por la fuerza a Nicolás Maduro como presidente de facto en contra de la soberanía popular. Un nuevo ciclo marcado por el estado de desolación que sufre el pueblo venezolano, tanto dentro como fuera del país, y la represión instalada por las fuerzas chavistas, dispuestas a todo para atornillar en el poder al usurpador del Palacio de Miraflores.
Por Daniel Lozano / elmundo.es
«Quiero plantear cosas importantes para que no se pierda el foco en este momento crítico. Ante las dudas que quizás algunos deben sentir debemos entender muy bien dónde estamos en este momento», reconoció la líder opositora en su mensaje del lunes al país, tan esperado desde el golpe de Estado del viernes. «Yo les invito a reflexionar y a ver todo el panorama actual de manera cruda, porque la realidad es que este régimen se quedó reducido a una cúpula criminal, está quemando todos los recursos que le quedan para resistir como pueden ante un pueblo que los tiene rodeados, un pueblo que además tiene por detrás apoyándolo de frente a toda la comunidad internacional democrática del planeta», resumió Machado, dispuesta a combatir la desesperanza nacional.
Los días siguientes al 10-E han dejado un amargo sabor de boca a los venezolanos. Maduro buscó refugio ante el rechazo nacional con los invitados de la izquierda radical, llegados hasta el Congreso Internacional contra el Fascismo, con dietas y viaje pagado. Pese a los días transcurridos, las fuerzas de choque, sobre todo sus agentes especiales, no han dejado de intimidar a los caraqueños. Lo hacen a través de siniestros caravanas de camionetas y motocicletas, con 25 hombres de negro, muchos enmascarados, y con logos de cuerpos como la Dirección de Acciones Estratégicas y Tácticas (DAET), herederos de las temidas fuerzas especiales del FAES, a las que Naciones Unidas definió como las «brigadas de exterminio» del chavismo. Los motores de los vehículos rugen para intimidar a los ciudadanos, una y otra vez por las mismas zonas, consideradas «hot» por sus comandantes.
«Saben que sus días en el poder están contados y no son muchos, por eso están paranoicos y no duermen, pasan las noches en vela, sabiendo que se acerca su final. Estamos montados en el ring, dando la pelea, pegando y recibiendo coñazo [golpes] con la determinación de que si no ganamos en el primer o segundo asalto, pues ganaremos en el tercero o en el cuarto. Los tenemos contra las cuerdas», añadió Machado, antes de anunciar que vienen «nuevas acciones, ahora vamos para el round ganador».
Más allá de las palabras de la líder que catalizó el sentimiento de cambio y encabezó de forma heroica el pacifista movimiento de liberación nacional, la realidad es que no se cumplieron los objetivos previstos para el 10-E, ni la toma del poder, ni siquiera el ingreso de Edmundo González Urrutia en Venezuela.
«Lo que pasó, pasó y es muy grave. Nosotros no podemos pasar la página del 28-J, pero no puedes seguir anunciando fechas a la gente, porque el cambio político se dará en el momento en el que se den las circunstancias y condiciones», alertó César Pérez Vivas, dirigente opositor cercano al tándem democrático, contrario a la apertura de nuevas vías de negociación, como las adelantadas por Francia y Brasil, o la participación en nuevas elecciones, que ya programa el chavismo para golpear a la oposición.
Entre la dirigencia opositora, más o menos cercana a María Corina y Edmundo, se debate cómo enfrentar el nuevo ciclo tras el golpe de Estado de Maduro. Las propuestas de uso de la fuerza internacional las ha aprovechado el régimen en su guerra propangandística, tan entusiasmado estaba el hijo de Chávez que cometió el error de amenazar con invadir Puerto Rico, estado libre asociado a Estados Unidos. En el Palacio de Miraflores no se pierde la esperanza de negociar con la nueva administración de Donald Trump.
«Las peticiones a una intervención armada en Venezuela es el tema que le interesa al alto mando político revolucionario, siempre y cuando sea apenas un deseo sin posibilidades de concretarse. De igual modo, juramentar a Edmundo en el exilio sería la más dramática confirmación de la propaganda del régimen venezolano«, profundiza para EL MUNDO el sociólogo Gianni Finco.
El quiebre militar interno tampoco ha funcionado, pese a los cantos de sirena llegados desde Estados Unidos, que tampoco fueron escuchados en otros momentos históricos. Esa fue una de las soluciones buscadas para el 10-E, que militares democráticos abrieran una senda para la entrada de Edmundo en Venezuela.
«Había un aumento de la movilización en Venezuela e internacional, que podría llevar a una ruptura en las Fuerzas Armadas, y que en ese contexto sí que entrara Edmundo; en caso de que no, parecía difícil porque, como él mismo lo dijo, era ir a ser capturado enseguida», justificó el canciller uruguayo Omar Paganini, uno de los que acompañó a González Urrutia en las horas clave de la semana pasada.