Este 15 de enero se celebra el Día del Educador en Venezuela, una fecha para resaltar el rol que ejercen estos profesionales en la formación de nuevas generaciones.
Por lapatilla.com
Para Katy Jiménez, docente integral con 18 años de servicio, estar en un aula de clases es sinónimo de vocación, lucha y dedicación. Pensar en que la educación es fundamental para el futuro de los niños en Venezuela, la motiva a seguir ejerciendo la docencia, a pesar de las dificultades que atraviesa el sector educativo.
Jiménez trabaja como docente integral en una escuela en la zona sur de Valencia, estado Carabobo. Recuerda que durante sus primeros años de ejercicio profesional, a pesar de que su cargo era de suplente, su labor era bien remunerada económicamente. Pero ahora, ser una maestra bien pagada solo forma parte de su recuerdo.
Indicó que actualmente su quincena es de 238 bolívares, o lo equivalente a 4,41 dólares a la tasa del Banco Central de Venezuela este miércoles. A esto se le suma el pago del bono de guerra que, inicialmente, era de 90 y la cestaticket 40 dólares al cambio en bolívares. Sin embargo, Jiménez asegura que debido a la inflación, estos beneficios se redujeron a 72 dólares y 30 dólares, respectivamente.
Los ingresos que percibe Jiménez como docente son insuficientes para cubrir sus gastos básicos de alimentación y alquiler de vivienda, por lo que ahora combina su labor de enseñanza con el oficio de vendedora.
“Jugué un bolsito chiquito, invertí en prendas, ropa para poder vender. Con eso me he ayudado en mi día a día, completo para comprar la comida y el alquiler que son 70 dólares”, comentó.
Vencer la adversidad
Jiménez mencionó que desde 2017 la situación económica de los trabajadores de la educación en Venezuela comenzó a desmejorar, lo que trajo como consecuencia un deterioro en la calidad de vida.
En su caso, su punto de quiebre lo tuvo hace dos años, cuando el desespero por no tener cómo alimentar a sus hijos la llevó a caer en un estado de ansiedad generalizada y depresión.
“Tenía todos los síntomas, yo pensé que me iba a morir de depresión, estaba mal, desesperada porque necesitaba alimentar a mis hijos y no tenía ni siquiera para hacer una inversión. Todo eso me agobió, me puso mal, yo estaba metida en un hueco. Hasta que mis hermanas me llevaron a una iglesia evangélica y mi Dios todopoderoso me levantó, y aparte de eso fui a unas terapias con una doctora”, relató.
Afirmó que logró salir adelante y a pesar de que se mantiene la adversidad por los bajos salarios, tiene buena actitud en su lugar de trabajo por el bien de sus estudiantes de quinto grado.
“Me encanta ser una maestra chévere y con carácter porque no podemos dejar que los niños hagan un desastre en un aula, es un grupo excelente y estoy muy agradecida con Dios por ese grupo (de alumnos) que me mandó”, expresó.
En este Día del Educador, Jiménez hizo un llamado a las autoridades en materia de educación a garantizarles un salario digno y mejores condiciones de trabajo.