
Por seguridad, la llamaremos María. Está embarazada de siete meses y ha tomado una decisión que jamás imaginó al salir de Venezuela: regresar voluntariamente a su país por temor a que las autoridades migratorias de Estados Unidos le quiten a su hijo si llega a ser deportada.
Por Univision
” Aquí me siento súper sola, necesito estar con mis hijos”, dice entre lágrimas María, quien atravesó la peligrosa selva del Darién en su ruta hacia Estados Unidos, impulsada por la esperanza de construir un mejor futuro para sus dos hijos, que permanecen en Valera, Venezuela. Pero hoy, su sueño se ha transformado en angustia.
La incertidumbre migratoria, la falta de recursos económicos y el miedo constante a ser separada de su bebé la han llevado al límite. “ Tengo miedo de dar a luz y que cuando me quiera irme, lo puedan quitar acá”, expresa, con la voz entrecortada.
Sin apoyo familiar ni ingresos estables, María enfrenta una realidad hostil: no puede trabajar por su estado de embarazo y ha sido rechazada en varios lugares por estar en esa condición.
María vive un drama compartido por muchas mujeres inmigrantes
“ Vivir todos los días es horrible. No se lo deseo a nadie”, confiesa. En su estado actual, dice sentirse completamente sola y vulnerable, sin saber a quién acudir.
“ Estoy desesperada. Siento que me estoy consumiendo. No me quiero enfermar”, repite una y otra vez durante una conversación que no duró más de diez minutos, pero en la que no pudo dejar de llorar.
La historia de María refleja el drama de muchas mujeres migrantes en Estados Unidos que, lejos de sus hogares, enfrentan no solo la precariedad económica, sino también un sistema migratorio que, en ocasiones, las empuja a elegir entre sus derechos y sus hijos.
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