
Todo está listo para que el telón suba e inicie el ambicioso Mundial de Clubes de 2025, un torneo que promete revolucionar el calendario futbolístico con su nuevo formato expandido. Sin embargo, a poco días para su inicio, las señales de alarma ya resuenan en los pasillos de la FIFA, planteando la incómoda pregunta: ¿podría este megaproyecto convertirse en un potencial fracaso para el organismo rector del fútbol mundial?
Por Meridiano
La principal preocupación que emerge es la tibia respuesta de la demanda de entradas. A pesar de la magnitud del evento y la promesa de ver a los mejores clubes del planeta, la venta de boletos, incluso para el partido inaugural, no ha alcanzado las expectativas.
Una rebaja significativa en el precio de las entradas, como medida para incentivar la asistencia, es un indicio claro de que el entusiasmo inicial no se ha traducido en una compra masiva de localidades. Esta situación contrasta drásticamente con la euforia habitual que rodea a los grandes torneos organizados por la FIFA.
Los desafíos de un formato ambicioso
El nuevo Mundial de Clubes, con su calendario extendido y su número ampliado de participantes, busca consolidarse como un evento de élite, generando ingresos significativos y abriendo nuevos mercados. No obstante, esta misma ambición conlleva desafíos considerables:
– Calendario saturado: La adición de un torneo de esta envergadura se suma a un calendario de por sí ya apretado, generando fatiga en los jugadores y reticencia en algunos clubes.
– Atracción del público local: Si bien la presencia de clubes de talla mundial es un atractivo, la novedad del formato y la distancia cultural pueden estar influyendo en la baja demanda local, especialmente en Estados Unidos, el país anfitrión.
– Percepción de relevancia: A pesar de la participación de grandes nombres, el torneo debe consolidar su prestigio para que el público lo perciba con la misma importancia que la Copa del Mundo de selecciones.
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