“Eve had a right idea… She picked an Apple”, dice el lema de una camiseta que podría traducirse como ‘Eva tuvo una buena idea.
Por El Mundo
Cogió la manzana’. Con la referencia bíblica y el juego de palabras en inglés, se lanzó el pionero ordenador Apple ONE en una campaña de especial relevancia medio siglo después. Eve Jobs, hija del difunto revolucionario de la electrónica, conserva un ejemplar de esta prenda de coleccionista. Le recuerda a su padre, Steve Jobs, quien será el gran ausente de la boda que la benjamina de la familia prepara en Inglaterra. Los medios la anuncian como la boda del verano. Un enlace que los novios, Eve y el jinete olímpico Harry Charles, están gestionando con mucha discreción. La ceremonia reunirá este agosto a la élite tech con la comunidad ecuestre en la región de Cotswold, paraíso de mansiones de piedra y bucólicos ríos que se extiende por varios condados al noroeste de Londres.
La lista de potenciales invitados corta la respiración. La madre de la novia, Laurene Powell-Jobs, gestiona una fortuna de unos 10.000 millones de euros, que heredó al enviudar y quiere “distribuir” en proyectos sociales. Kamala Harris, candidata demócrata destronada de la Casa Blanca por Donald Trump, es amiga y destino de sus generosas donaciones. Asistió a la boda de su hijo mayor, Reed, y es probable que desee escuchar el sí, quiero de Eve. Del círculo de los novios se anticipa la llegada de un pelotón de nepobabies, incluidas Jennifer y Phoebe Gates o Jessica Springsteen, y de la realeza clásica se mencionan a la princesa Beatriz y su esposo Edoardo Mapelli.
En los palacios, granjas y jardines de la histórica región -fue centro del mercado de lana- se suceden decenas de bodas cada año y algunas han dejado una huella imborrable. Kate Moss prolongó tres días el bodorrio con Jamie Hince, guitarrista de The Kills, y Elton John acompañó a Liz Hurley al altar, donde le esperaba el millonario Arun Nayar. Al día siguiente voló en helicóptero al castillo de Sudeley, donde tuvo lugar la sonada fiesta.
Eve y Harry dieron a conocer su relación durante los Juegos Olímpicos de París. Él competía en salto de obstáculos, montando a Romeo 88, y la heredera californiana observaba la acción desde las gradas del Palacio de Versalles. De figura delgada, expresión melancólica y melena castaña claro, destacaba entre los amigos de su novio, con quienes brindó por la medalla de oro del equipo británico. Fotos y mensajes colgados esos días en las redes sociales emitieron señales de una recíproca declaración de amor.
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