Los niños retoman no solo su escolarización, sino su socialización. Hay que reorganizar la rutina familiar, dejada a un lado hace casi un año, cuando se declaró la pandemia y, con ella, el aislamiento social preventivo y obligatorio.
Por infobae.com
Pero seguimos en pandemia y, este año, el regreso a clases no será como en ocasiones anteriores, sino que tiene algunas particularidades.
Es necesario establecer y cumplir con los protocolos necesarios para un regreso seguro. Es importante señalar que es precisamente en los ambientes interiores donde las partículas en suspensión y aerosoles se acumulan con mayor facilidad, aumentando así el riesgo de contagio. Entre las medidas que ayudan a maximizar la circulación del aire en las aulas, está la ventilación cruzada. Existen numerosos modelos y esquemas, fácilmente disponibles en internet, en los que se muestra cómo lograr este tipo de ventilación.
Uno de los recursos más valiosos en estos tiempos es el medidor de dióxido de carbono (CO2), ya que permite analizar la calidad del aire de un espacio interior y generar una alerta inmediata cuando sea necesaria la ventilación.
Durante el ciclo lectivo del año pasado, muchos niños cumplieron con horarios y obligaciones de manera distinta e innovadora; por su parte, los padres han debido adaptarse al uso de las plataformas digitales y acomodar sus horarios de acuerdo con sus obligaciones laborales. Hoy es necesario, para algunos, volver a madrugar y retomar viejas costumbres.
Entre las recomendaciones más importantes, el buen dormir y un descanso adecuado son clave para que los niños puedan desarrollarse sanamente.
Además de incorporar las medidas de distanciamiento, el uso de alcohol en gel, lavado de manos y el uso de barbijos de acuerdo con la edad, es necesario, como todos los años, realizar la consulta para control con el pediatra, el oftalmólogo, el otorrinolaringólogo y el odontólogo.
Esto puede hacerse por iniciativa propia o por pedido de las escuelas. De una u otra manera, es fundamental realizar estos controles para prevenir enfermedades, en general banales, pero que entorpecen la calidad de vida del pequeño y también la rutina de sus padres, con respecto a horarios y asistencia laboral, entre otros aspectos.
En la consulta con otorrinolaringología en particular, se realiza un examen que incluye un minucioso interrogatorio del cual se desprenden los antecedentes de enfermedades familiares y personales. Luego, se realiza la inspección:
Fauces: es importante mirar la faringe, el tamaño de las amígdalas, el tipo de paladar, el tipo de mordida del paciente y el desarrollo de la dentición. Ante alguna eventualidad, el especialista solicitará la interconsulta con el odontopediatra.
Fosas nasales: se inspecciona la coloración de la mucosa y el tamaño de los cornetes, que puede llevar a sospechar la presencia de alguna patología como la rinitis alérgica. Esta enfermedad es un proceso inflamatorio de la mucosa que recubre las fosas nasales y produce síntomatología, la nariz chorrea, se tapa, y aparecen estornudos y picor. Ante la presencia de signos y antecedentes será importante la formulación de recomendaciones y, si corresponde, indicar la administración de complejos vitamínicos.
Oídos: el otomicroscopio es un instrumento con una lente de gran aumento que permite evaluar el estado del conducto auditivo externo. En algunas oportunidades, el conducto puede estar ocupado por cera, que habrá que extraer. Para este procedimiento se utiliza un aspirador que suele hacer mucho ruido, por lo que es importante explicarle al niño el procedimiento para evitar que se asuste. Una vez que el conducto esté limpio, se puede evaluar el estado de la membrana timpánica.
La consulta se completa con el pedido de estudios audiológicos como la audiometría tonal, la impedanciometría y el timpanograma, que permiten evaluar la audición del niño y así anticipar posibles inconvenientes no solo a la hora de prestar atención en clase, sino en su vida cotidiana.
Es importante recordar que estamos transitando los últimos días del verano, y las mañanas comienzan a ser más frescas como también los atardeceres. Es la época en la que comienzan los primeros síntomas respiratorios como dolor de garganta, fiebre o nariz tapada, que en algunas oportunidades pueden terminar en un cuadro viral.
Por lo tanto, se recomienda contar siempre con un abrigo y reforzar el consumo de vitamina C, preferentemente en forma de jugos de frutas cítricas.